Ilhéus das Formigas

Ilhéus das Formigas

La experiencia única de bucear en los Ilhéus das Formigas empieza en el viaje de 33 millas náuticas de la punta sudeste de San Miguel, o de 20 millas, las que separan estos islotes de la isla de Santa María. Su localización remota y los encuentros con las variadísimas especies que abundan en los mares de las Azores, hacen que esta inmersión sea una de las mejores de las Azores.

Éste es un lugar recomendado sólo para buceadores con experiencia, ya que se encuentra lejos del puerto y en un lugar donde puede haber corrientes fuertes.

El largo viaje, a partir de cualquiera de las islas, es en sí mismo una gran aventura y permite a los buceadores ser testigos de la riqueza y la diversidad de especies: cetáceos, tortugas y aves marinas.

En este lugar podemos hacer varios buceos, pero para aprovechar la cercanía al monte submarino Dollabarat, muchos buceadores optan por hacer una inmersión en cada lugar (ambos son reservas marinas y está prohibido pescar).

Cuando vemos el pequeño faro en mitad de la inmensidad oceánica, rodeado de pequeños islotes con sólo 11 metros de altura y 165 de largo, quiere decir que estamos llegando a la reserva marina de Ilhéus das Formigas.

Antes de echar el ancla, podemos ver algunos de los cardúmenes de peces que abundan en estas agua claras y cristalinas, como las chopas (Kyphosus sectator), los pampos (Balistes carolinensis) y los medregales (Seriola spp.) que pueden tener grandes dimensiones.

Este lugar ofrece una gran variedad de lugares de buceo que van desde el naufragio “Olympia”, localizado en la cara sudoeste de los islotes (entre los 30 y 50 metros de profundidad), a una pequeña baja a sólo 8 metros, aproximadamente a 50 metros al Sur del faro, o buceos a lo largo de la pared de los islotes (la cara este es la más visitada) y también diferentes bajas al Norte. Lo que tienen en común todos estos lugares es la posibilidad de encontrar grandes pelágicos migratorios como el bonito de altura (Katsuwonus pelamis), el atún patudo (Thunnus obesus) y el peto (Acanthocybium solandri), los grandes bonitos del Atlántico (Sarda sarda), las barracudas (Sphyraena viridensis) y los jureles dentones (Pseudocaranx dentex). A veces, este escenario queda todavía más completo con la presencia de tiburones, con el mítico tiburón martillo liso (Sphyrna zygaena), y el tiburón de Galápagos (Carcharinus galapagensis), las mantas cornudas e incluso la enorme manta gigante (Manta birostris).

Además de los grandes cardúmenes “en el azul” abunda en este lugar la vida de fondo y en especial las especies de gran porte como los pejeperros (Pseudolepidaplois scrofa), los meros (Epinephelus marginatus) y los abades (Mycteroperca fusca), entre desniveles y grietas.